domingo, 13 de septiembre de 2015

Trabajo infantil y aprendizaje

Hoy he retrocedido en el tiempo y me he encontrado con los recuerdos de infancia que fortalecieron mi actitud positiva hacia el trabajo. Cuando estaba en preescolar y hasta la secundaria, solía trabajar en el negocio familiar: una pequeña pero bien surtida papelería que se encontraba estratégicamente situada frente a una primaria y una secundaria. No recuerdo haber sido obligada a hacerlo, sino que ansiaba estar ahí y ayudar a mi papá cuando diez minutos antes de entrar a clases o a la hora de salida se formaba una multitud de niños y jóvenes, padres y madres para solicitar lápices, estampitas y mapas para las tareas. Me era divertido poner en práctica real las operaciones que acababa de aprender para sacar la cuenta, dar el cambio y recordar dónde estaría clasificada la estampita de Flores Magón en la caja de las biografías. Ahora que me dedico a la enseñanza, encuentro que mi entorno familiar me proporcionó elementos ricos de aprendizaje vivencial.  A continuación un recuento somero:

1) Sensibilización a las necesidades de los demás. Mi padre abría a las 6 am diariamente la papelería, incluso algunos domingos. Recuerdo preguntarle por qué ninguna otra papelería lo hacía y nosotros sí. Él me respondía, los clientes nos prefieren por eso, porque ofrecemos lo que los demás no están dispuestos a ofrecer, aunque sea una necesidad del cliente. Lo que vendíamos no era lo tradicional, papá buscaba artículos diferentes: loncheras de plástico armables, mapas tridimensionales, pósters educativos, muñequitas recortables de todos tamaños y colores. No había en su tiempo, papelería mejor surtida aunque pequeñita.
2) Atención y escucha activa. No era raro llegar y ver a los clientes conversando con papá, era bromista y dicharachero, conocía a cada cliente por su nombre y solía llamarlos con un apodo cariñoso como la güereja y chapurneca. Sabía cuando algo no andaba bien y solía aconsejar a las chicas cuando las había divisado noviando en el parque dándoles champú de autoestima. Atender al cliente era esencial, saludarlo y ofrecer alternativas cuando no teníamos lo que de inicio buscaban, anotábamos qué cosa estaban pidiendo para que a la próxima estuviera a la vista.
3) El orden era necesario para atender con rapidez, la mayoría de las compras eran al menudeo y de poco monto, 50 centavos, la estampita por ejemplo, y en la que te tardabas tiempo en buscar pero papá decía que era invertir en servicio aunque no ganara en capital. Era un cliente que permanecería leal y nos colocaría como primera opción ante cualquier necesidad, era un cliente que nos recomendaría.
4) Honestidad en precios y cuentas claras, eso era no negociable. Aprendí a hacer cálculo mental bajo presión. A ver Chiquis, 3 estampas, 2 paletas y 1 sacapuntas y paga con 20, dale la feria. Mi cabeza a mil por hora convertía precios a cuentas y daba el cambio, papá confirmaba y cuando veía errores solo me decía saca la cuenta en papel, revisa. Así que a escribirla. Al inicio no me dejaba usar calculadoras. Después para que aprendiera, me la daba para agilizar la venta.
5) Matemáticas aplicadas. No sólo en cuentas sino también en la colocación del precio de venta, papá me hacía ver costos de mercancía y estimar precios, algunas veces apenas sacábamos el costo, cuando preguntaba porqué no incrementar precio, papá decía su ese subsanaría con la venta en mayoreo. La utilidad no estaba sujeta a la usura, había que ser conscientes de lo que el cliente pudiera pagar, así como había otros productos en los que sí había mayor margen de ganancia como los plumones.
6) Clasificación alfabética y numérica. En ese entonces aún no había computadoras, sin embargo, aprendí sistemas de clasificación para biografías y numeración para mapas. Invariablemente, aprendí historia pues el currículum escolar se desbordaba y cuando solicitaban estampitas de cada niño héroe repasaba mis apuntes escolares por gusto y al leer cada biografía podía relacionar personajes, fechas y momentos históricos. Igual sucedía con geografía, ciencias naturales. El conocimiento escolar era necesario para ejecutar mi trabajo en la papelería. Cuando escuchaba noticieros empezaba a relacionar conocimientos y mi visión del mundo se ampliaba.
7) Aprendizaje vivencial. El 19 de sep de 1985 estaba a temprana hora en la papelería, papá y yo veíamos el noticiero. Ahí me tocó presenciar hace 30 años el temblor que cimbró a la capital, un evento que cambió para mí el rostro de ser mexicano, la palabra solidaridad y ciudadanía tuvieron significado.

Algunas veces se sataniza el trabajo infantil, sin embargo, el negocio familiar ofrece múltiples beneficios para el aprendizaje. No recuerdo haber pensado que se me explotara, o que no se me pagara, papá dejaba que tomara dinero de la caja cuando lo necesitara.  Este dinero es de la familia, decía.  El trabajar me hacía consciente de lo que implicaba ganarlo y que de ahí había que pagar a proveedores, gastos familiares, renta y todas las demás necesidades. Así que era consciente del costo de la vida.

Un modelo educativo o una estrategia didáctica que posea estas características puede, en muchos sentidos, ser clave para un aprendizaje significativo.





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